El cine dentro del cine. O mirándose a sí mismo, autobiografiándose, exhibiéndose.
El reencuentro de un triunfador cineasta con su pasado es la
excusa de la que se vale Giussepe Tornatore para componer, con un puñado de
largos y bien cosidos flashbacks, una
película comprometida, por encima de todo, con la relación del hombre con el
cine. Nuovo cinema Paradiso convierte al espectador en protagonista. Le brinda
un precioso homenaje. Es por ello que a quienes nos gusta el séptimo arte nos
deleita este título, porque es una cinta sobre gente corriente que se deja
deslumbrar por la magia del celuloide, sobre sencillos seres humanos que se
emocionan de mil maneras diferentes frente a la gran pantalla.
Tornatore presenta el acto fílmico como una experiencia
vivencial. Y para ello, ¡qué mejor escenario que la deprimida y rústica Sicilia
de Entreguerras! La vieja escuela del neorrealismo italiano le brinda al
director bagheresi una buena receta
para producir una obra maestra, redonda e influyente: es fácil imaginar Cinema Paradiso en la retina del
Tarantino de Inglorious Basterds, u
olerla en el toque de canela de
Boulmetis -cambien los fogones por los proyectores y ahí la tienen-.
Imprescindible.
Alfredo y Salvatore, acaso una de las parejas más entrañables de la historia del cine
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