El
tren sale; son ya las siete. De repente, al escapar de la marquesina, el
viajero descubre que ya es de día. Dos trenes salen a las misma hora y corren,
paralelos, hasta que el otro tira para abajo, camino de Getafe. Es gracioso
verlos correr, uno al lado del otro, mientras los viajeros se agolpan en las
ventanillas para mirarse. Algunos se saludan con la mano y dan gritos como
animando al tren a correr más. En el fondo –no se sabe por qué–, los viajeros
de un tren envidian siempre un poco a los viajeros de otro tren; es algo que es
así, pero que resulta difícil de explicar. Quizá sea, aunque no lo vean muy
claro, porque un viajero de tercera se cambiaría siempre por otro viajero,
aunque fuera de tercera también.
Viaje a la Alcarria
(Camilo José Cela, 1948)
Una versión menos popular de El vagón de tercera clase, de H.
Daumier (1862-6)
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