Y es que la arquitectura clásica, la que levanta los edificios de nuestras ciudades, es un arte viejo y en plena decadencia. Es inútil querer resucitarle. Otras formas bellísimas que contemplarnos diariamente, constituyen la verdadera arquitectura de la hora actual y tienen la sugestiva modernidad que anhelan nuestros espíritus.
Son las que
pudiéramos llamar de la arquitectura dinámica: los grandes transatlánticos de
curvas graciosas y enérgicas, los acorazados formidables, las locomotoras
gigantescas que parecen deslizarse por las praderas, los aeroplanos que imitan
como casi todas las anteriores, las formas de la naturaleza.
Ellas,
unidas a las de los viaductos, puentes metálicos, las modernísimas estaciones
de ferrocarril y las enormes fábricas construidas durante la guerra, hacen
que nuestra época pueda compararse arquitectónicamente a la de los templos
griegos y las catedrales góticas.
Los futuros historiadores de la
arquitectura, deberán señalar el comienzo de una nueva era en la que mientras
agonizan las formas tradicionales de una arquitectura basada fundamentalmente
en principios estáticos, surgen esas otras formas de una belleza tan moderna
y tan grande, de la arquitectura del movimiento, propia de los tiempos
presentes. El pasado, son la piedra y la madera, materiales con los que no
tenemos ya nada que decir. El porvenir está en el hierro, el cobre y el
acero. Y notemos, finalmente, que las obras de esta arquitectura moderna
ofrecen la misma lógica constructiva, igual razonamiento de sus formas que el
mejor templo griego y la catedral gótica más pura, y que como éstos, son obras
colectivas, cuyos autores permanecen en el anonimato.
Nuevas formas de la arquitectura
Leopoldo
Torres Balbás (1919)
Transatlántico Empress of Ireland (fuente)
Visto en:
SOBRINO SIMAL, J. (2010): “Ver y hacer: modernidad
y arquitectura industrial en España”, Áreas:
Revista de ciencias sociales, 29, pp. 31-38 [PDF]
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