La carta Rolston es un pliego de instrucciones redactado en julio de 1920 por Hiller V. Rolston (más tarde, uno de los hombres fuertes de la transnacional United Fruit Co.) que contiene sus claves para instalar el enclave bananero en Honduras.
El documento refleja, con dureza y claridad, el feroz colonialismo económico que las bananeras estadounidenses llevaron a Centroamérica, donde ejercieron un control casi total sobre la tierra, sus recursos y sus gentes.
Cortes Development Company
Puerto Cortés, 20 de Julio de 1920
Sr. Licdo. Luis Melara, San Pedro Sula
Estimado Luis:
Te envío este pliego de instrucciones, su portador Sam Cariuther. Asimismo, recibirás de él una caja que contiene un valioso obsequio que el viejo manda para que se le entregue a doña Anita. Prepárate el discurso. Ya se imaginará la Reina Victoria o superior. Es posible deslumbrarla.
Me hace ver en todo esto el método de dureza siempre recomendado por Pemberton y el judío de Lázarus. ¿No crees tú lo mismo? Desean conservar su pedestal inamovible, es mi idea.
1.- Para que nuestros grandes sacrificios, y nuestras cuantiosas inversiones, no hayan sido hechas en vano, debemos adquirir y apoderarnos de tantos territorios de la Nación, como de particulares, y todas las riquezas que nos permita nuestra capacidad adquisitiva, y nuestro poder de absorción.
2.- Debemos propender al enriquecimiento de nuestra Empresa, y obtener todas las posibilidades que nos ofrezcan nuevos campos de explotación. En fin, debemos obtener todas las tierras que a nuestros intereses estratégicos se hagan aparecer como deseables, que garantizan nuestro futuro desenvolvimiento y desarrollo agrícola, incrementando nuestro poder económico.
3.- Debemos obtener contratos implacables, de tal naturaleza que nadie pueda sustentar competencia, ni en el futuro lejano; a fin de que cualquier otra empresa que se estableciere y pudiera desarrollarse, tenga nuestro control y se adapte a nuestros principios establecidos.
4.- Debemos obtener concesiones, privilegios, franquicias, abrogación de impuestos aduaneros, exonerarnos de toda carga pública, de gravámenes, y de todos aquellos impuestos y obligaciones que mermen nuestras utilidades y de nuestros asociados. Debemos erigirnos una situación privilegiada, a fin de imponer nuestra filosofía comercial y nuestra defensa económica.
5.- Es indispensable cultivar la imaginación de estos pueblos avasallados, atraerlos a la idea de nuestro engrandecimiento y de una manera general, a políticos y mandones que debemos utilizar. La observación y estudio cuidadoso nos permite asegurar que este pueblo, envilecido por el alcohol, es asimilable para lo que se le necesite y destine. Es en nuestro interés preocuparnos porque se dobleguen a nuestra voluntad esta clase privilegiada que necesitaremos a nuestro exclusivo beneficio; generalmente, éstos como aquéllos, no tienen convicciones, carácter y menos patriotismo; y sólo ansían cargos y dignidades, que una vez en ellos, nosotros se los haríamos más apetitosos.
6.- Estos hombres no deben actuar por su propia iniciativa, deben actuar en el sentido de los factores determinantes, y a nuestro control inmediato.
7.- Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideremos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano, nos traicionarían. Alejarlos sin que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna deferencia; pero no servirnos más de ellos. Tenemos necesidad, sí, de su país, de sus recursos naturales, de sus costas y sus puertos, que poco a poco debemos adquirir.
8.- De una manera general, todas las palabras y pensamientos deben dar vueltas en torno de estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método. Hay que proceder con sutileza, no exponiéndonos a ninguna idea que nos señale o justifique nuestra pretensión dominadora. Nada de acción bienhechora ni consideraciones. En resumen, ningún aliento generoso. Si nuestros proyectos terminasen mal tomaríamos una nueva orientación, nos haríamos más modestos, más sencillos, más simpáticos, y quizá buenos.
9.- Debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país, para aumentar sus dificultades, y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria. El viento sólo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas.
10.- Estamos pues en el punto de partida, tú conoces mejor los hombres que yo. A tu llegada te mostraré una lista de las tierras que debemos obtener, si es posible, de inmediato; debemos parar a Goodel en “El Bográn State”, vamos a forjarnos un plan bien estudiado para su desarrollo.
Nos veremos.
(f) H. V. Rolston
Fuente: VANGUARDIA. San Pedro Sula, 20 de octubre de 1949, nº 182 (en: La Tribuna).
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