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viernes, 13 de febrero de 2009

Cambio Climártico




Exposición colectiva celebrada en Córdoba en 2006.
(Sala de Exposiciones del Albergue Juvenil).
Comisarios: Solimán López y Mamen Domínguez.
http://cambioclimartico.blogspot.com/



CON MUCHO GUSTO

El arte, como el mundo, ha cambiado. Más bien, ambos son elementos en constante evolución regidos por una ley común: todo fluye y nada es. (Me pregunto que pensaría Heráclito de Éfeso si pudiera curiosear en los lofts neoyorquinos de la nueva bohemia).
Innovación es la propuesta de Cambio ClimARTico, que, más que una exposición de arte, ha sido un lugar de encuentro para la creación. En efecto, en su marco han tenido cabida las más diversas inquietudes del sentimiento humano y los más variados modos de expresión, desde el teatro más rompedor y sugerente hasta las nuevas danzas urbanas de hoy, pasando por la poesía, la música y la prosa, sin olvidar, por supuesto, las artes plásticas, verdaderas protagonistas del evento. Incluso se planteó un happening en el que se invitó a los asistentes a batirse en duelo con el vacío del papel blanco. Y el público acudió a la llamada; estuvo allí y respondió.

Interdisciplinariedad es por tanto una de las principales cualidades de esta exposición, donde hay casi tantos soportes distintos como ideas. Instalaciones, video-arte, escultura, pintura, obra sobre papel, estampa, fotografía… hasta algo de ready-made, y dominando sobre todo ello el comodín de la técnica-mixta, la variación, la experimentación con los materiales y con el modo de trabajarlos, la originalidad en definitiva, al servicio del concepto o imponiéndose sobre éste, según los casos. Ya no queda prácticamente nada en estado puro, la vieja escuela parece haberse rendido ante el peso de la fusión y el aire fresco de las nuevas texturas y soportes. Ello obliga al espectador a disponer de un repertorio de miradas muy amplio, a encontrarse individualmente con cada obra y dialogar con cada una en un lenguaje distinto. Tanto es así que sólo existe un criterio unánime susceptible de ser aplicado al conjunto total de Cambio ClimARTico: el gusto.
Aunque no soy Chejov, también opino que las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. Y, en general, lo que he podido ver aquí me ha gustado, aún reconociendo diversas calidades.

Cambio ClimARTico funciona sobre todo a través de la empatía, pero sus obras rebosan contenidos. Parece dominar la conceptualización del arte, negándose los creadores a abandonar su derecho a la expresión, a la comunicación. Sin embargo, emisor y receptor no siempre comparten el mismo código, perdiéndose el mensaje por el camino y quedando para el disfrute la estética del medio, aquélla misma con la que el espectador empatiza. Y es que Tom Wolfe tenía razón cuando afirmaba que la obra de arte de hoy necesita un texto que enseñe cómo leerla, un manual de instrucciones, tal y como algunos de los artistas de Cambio ClimARTico parecen conocer, y así disponen.


Pero lo cierto es que todo esto carece casi de importancia. La cuestión radica en el modo en el que el sujeto se relaciona con el objeto, en cómo lo percibe y lo siente, lo cual nos lleva de nuevo a hablar de gusto. En Cambio ClimARTico hay sin duda arte para todos los gustos; para aquéllos que valoran lo figurativo, para los entusiastas del virtuosismo técnico, para los amantes de lo abstracto y hasta para los nostálgicos del pop. Pero sobre todo hay obras para los que buscamos ideas frescas, muy agudas algunas y más fáciles otras, obras que invitan a una segunda mirada, a su exploración de cerca y a la contemplación paisajística.
Hagamos caso a Gadamer y juguemos con el arte. Disfrutemos con él al margen de los problemas que escapan a nuestro entendimiento. No busquemos el quinto pie del gato, la respuesta es más sencilla: si nos gusta la obra funciona, y por tanto es buena. Es así de simple. Cambio ClimARTico para mí es un éxito precisamente por esto, porque me gusta lo que ofrece, y gracias a la variedad absoluta de la naturaleza de lo expuesto la muestra tiene potencia para relacionarse con un espectro de público ciertamente extenso. Pero además plantea muchas modalidades de juego, ora más receptivo ora más interactivo, más banal o más profundo, si bien poco importa eso. Lo que sí trasciende es que Cambio ClimARTico se ha convertido en una iniciativa con fuerza motriz, capaz de mover al público a ver y consumir arte, más allá incluso del gusto y de la lectura del contenido de las obras.


En definitiva, Cambio ClimARTico nos invita a jugar al arte, a la contemplación, a la reflexión y, por supuesto, a la emoción. Y al mismo tiempo, propone una nueva manera de entender el concepto mismo de arte y de exposición, así como su relación con el público y hasta el papel jugado por éste. Que la renovación propuesta fragüe en el futuro está por ver; que la experiencia ha funcionado en Córdoba es ya un hecho consumado.
Juan Manuel Cano Sanchiz

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