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lunes, 27 de enero de 2014

Railways and Mining. The role of the train in the exploitation of the Cerro Muriano mine (Córdoba, Spain)

Artículo

Autor: Cano Sanchiz, J. M.
Revista: Industrial Archaeology Review
Número: 35.2
Año: 2013
Páginas: 128-148


Proposal for placement of the tracks in the plant: broad gauge (1), narrow gauge (2), inclined plane (3) and metal bridge (4) (based on: Ortofoto Catastro Córdoba, 2008) (Fig. 16)

ABSTRACT: Since its inception, the railway has been intimately connected with mining. On one hand, the arrival of trains permitted the large-scale development of numerous mines far from the sea, with the railways facilitating supply delivery to the mine as well as the transport of its products to ports or industrial centres and other interior points. On the other hand, railways depended on the mines being provided with raw materials and fuel. Thus, during the 19th and 20th centuries, a close relationship was established between the two industries, often reflected in the capital invested. In this article, we study this relationship using the example of the British-worked Cerro Muriano mine (Córdoba, Spain).

RESUMEN: Desde su nacimiento, el ferrocarril ha estado íntimamente conectado a la minería. De un lado, su llegada permitió la explotación, a gran escala, de numerosas minas alejadas del mar, posibilitando tanto su aprovisionamiento como la salida de sus productos hacia éste u otros puntos y centros industriales del interior. De otro, el tren dependía, a su vez, de la actividad extractiva, que le proporcionaba materias primas y combustibles. Así, durante los siglos XIX y XX se estableció un estrecho vínculo entre ambos, muchas veces reflejado en los capitales invertidos. En este artículo estudiamos dicha relación a través del ejemplo de Cerro Muriano (Córdoba, España).





miércoles, 22 de enero de 2014

DIARIO DE UN VIAJERO: Rosana y Navidad



Dicembre de 2013

Rosana en verano (diciembre) es una especie de paraíso sofocante habitado por personas cálidas. Un pequeño pueblo de frontera entre los estados de São Paulo y Mato Grosso do Sul, más cerca de Paraguay que de Campinas, donde vivo (a quince horas en autobús, concretamente). Imparto un par de clases en el campus de Primavera.

Después de comer, mi colega Ewerton y yo nos asfixiamos en un coche sin aire acondicionado en busca del Paraná. El baño es reponedor. Estimula pensar que las aguas en las que flotamos seguirán su curso hasta alcanzar el Río de Plata y cruzar Argentina. Lástima que no podamos alejarnos demasiado de la orilla. Hay que estar atento a las rayas.

Vuelta a Campinas, y Agustín. Un canario al que conocí de casualidad. Me pasaron su teléfono y le escribí por si le apetecía tomar algo. Al poco tiempo (¿una semana?) fui testigo en su boda. Después (¿otra semana?), su compañero de piso. Dejaba la pousada de Barão Geraldo (un cocherón, realmente) y me mudaba a su condominio fechado. Así es como vive la clase acomodada brasileña, en lujosos residenciales privados defendidos como castillos del siglo XXI: pase el índice de su mano izquierda por el lector para abrir el portón; el de la derecha para avisar a seguridad si está siendo atracado.

Pero eso no es Brasil. O es sólo un Brasil. El minoritario. El que quiere parecerse a Europa. El verdadero Brasil, el sudamericano, el que mira a Brasil, lo descubrí en los bares de esquina. Tascas descuidadas y sucias donde nunca te darán una cerveza que no esté completamente gelada. Un Brasil globalizado, claro, pero donde pocos cambian su zumo natural o refresco de guaraná por una cocacola, y donde las franquicias se atrincheran en los centros comerciales ubicados en las afueras. Un Brasil de ciudades concurridas que huelen a carne a la brasa por los cuatro costados (las barbacoas se improvisan en cualquier rincón) y en el que los comerciantes anuncian sus ofertas con megáfonos mientras los vendedores ambulantes exhiben con total impunidad sus productos falsificados.
Descubrí también, con Agustín, el Brasil noctámbulo, que pasa la noche de los fines de semana bailando al compás de la repetitiva (con perdón) música sertaneja, o que vibra endemoniadamente en los clubes de funk, el ritmo preferido de las favelas. Que sensación tan extraña, la primera vez: ser prácticamente los únicos blancos en un local nocturno abarrotado de gente que se mueve como accionada por corriente eléctrica. Zapatillas de deporte, cadenas y gorras parecen ser parte del uniforme recomendado. Nosotros, con nuestras bambas, vaqueros y polos informales, somos dos bichos raros; suerte que el cacheo en la puerta es exhaustivo y que los travestis acaparan casi toda la atención.

Navidad. Agustín vuelve a España, y yo a Barão.

El 24 por la tarde llego a São Paulo. Ewerton me ha invitado a pasar las fiestas con los suyos. La primera parada es Interlagos, donde comemos copiosamente en casa de sus abuelos, un par de calles por debajo del famoso circuito de carreras. La familia de mi amigo vive en un área popular, realmente muy humilde. En los barrios obreros la autoconstrucción imprime a la ciudad una imagen variopinta, pero también un poco decadente. En la calle los niños juegan descalzos al fútbol. Hay gente que descansa tumbada en la acera y el cielo está poblado de cometas.
La familia de Ewerton es encantadora, acogedora, generosa. Sus vecinos también. La comida, abundantísima. La Navidad se celebra como Fin de Año; tal vez más enérgicamente. A las doce de la noche nos felicitamos, estallan mil petardos y comienza la cena, aunque para entonces yo ya estoy servido. Las partes traseras de las viviendas comunican y la gente va de un lado para otro, convidando, festejando. Hago mi propia ruta sin itinerario. Una cachaza por aquí, una pinga por allá, una caipirinha por acullá (¡vaya, la de kiwi es muito boa!). A dormir y vuelta a empezar (es una celebración 24h).
La cocina, como anoche, sigue repleta de fuentes de comida. Desayunamos y el padre de Ewerton saca de la nevera un par de cervezas. Serán las diez de la mañana. Poco a poco van llegando familiares y el tráfico de vecinos vuelve a fluir. Carne asada, dulces, bebidas y mucha buena gente.

La experiencia me ha encantado y repito en Nochevieja, ahora en casa de unos tíos (carne asada, dulces, bebidas y mucha buena gente). Todos hacemos noche allí. A mí me toca el suelo de la cocina, que comparto con el padre de familia. Soy el invitado de honor y se nota: hay gente durmiendo en los coches y al raso en las hamacas de la terraza.
Otra celebración 24h. Toca descansar.


Hace cuatro meses que llegué a Brasil. He aprendido algo de portugués, he saboreado frutas y raíces tropicales, he hecho nuevos amigos, me han despertado las maritacas y me he acostumbrado a correr esquivando tupinambis. He visto moscardones (o lo que sea que fuera aquello) del tamaño de un paquete de tabaco y me han picado decenas de mosquitos Aedes; he machacado a otros tantos y, de momento, he conseguido esquivar el dengue. He comido manjares por dos duros en la calle y he calmado la sed con cocos y jugos de caña con lima. He conversado, he disfrutado de mi tiempo en los bares de la gente humilde y también lo he matado en los shoppings de la clase media-alta. He viajado, he aprendido, he enseñado, he disfrutado, he vivido.
Y me he acordado de ti, cada día.


Maritacas en São Paulo



domingo, 12 de enero de 2014

The foremen, Hafod Copper Works (1841)



John Thomas, aged 59, and George Hughes, aged 46, foremen at the Hafod Copperworks.  John Thomas had been working in the works for 26 years and George Hughes has been there for about five years.


‘We look after the boys and girls that are labouring about the works.  We put them to work and keep their time.  We have in all about 130 boys and girls under 18.  There are about 60 boys and 70 girls, about one half of them under 13.

The hardest work to which the boys are put is working ‘the calciners’ [types of furnace].  They are mostly worked by boys from 13 to 16 years old.  Their turn continues for 24 hours and they are obliged to tend the furnaces every two hours.  They can sleep for an hour, perhaps two or three times in the night.  They work six turns or ‘watches’ one week and eight the other and get 2s. 6d. [12 ½ p] for each double watch of 24 hours.

The youngest boys and girls are employed to wheel the coal and ashes for the furnaces which are worked by their fathers and most of the children employed are the children of the workmen or those who have worked her.  We do not consider the children are overworked her but we don’t think it is a fit place for girls to work as it unfits them for all other work.

The characters of the men and their wives are generally improvident.  The men are rather fond of drink and the women are bad managers.  The colliers appear to save more money than the copper men although they do not get so much.  The copper men must, however, from the nature of their work at the fires, live better, and they wear out more clothes, particularly shoes.  They mostly wear flannel shirts and wear out four in the years when two will serve to colliers.


Source: Children’s Employment Commission (1842)

Author ID: Professor Huw Bowen



martes, 7 de enero de 2014

Carta de la plataforma Salvemos Averly




La Plataforma "Salvemos Averly", que agrupa a ciudadanos, entidades, etc., y en la que destaca la Asociación de “Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés”, transmite a toda persona sensible su preocupación ante el inminente derribo de la factoría Averly, en Zaragoza, y solicita apoyos para la defensa y conservación de este patrimonio, que está incluido entre los 100 bienes más importantes del patrimonio industrial español según el propio Plan Nacional del Patrimonio Industrial del Ministerio de Cultura. A pesar de que el Instituto de Patrimonio Cultural instó al Gobierno de Aragón a su declaración integral como BIC, en apenas semanas el 70% de la fundición va a ser demolida para la construcción de 200 viviendas en bloques de 18 plantas. Cabe preguntarse si el Gobierno de España no puede hacer más. Claro que puede, ¿quiere?.
Los intereses y compromisos de las autoridades locales y regionales son bastante fuertes como para creer que la visión urbanista, desarrollista y especulativa va a ceder ante el respeto, la valoración y la preservación del patrimonio heredado. Qué decir si además éste es patrimonio industrial (viejo, sucio, usado, desfasado, en terrenos sobre los que…).
Averly, una de las factorías mejor conservadas de Europa, no es sólo edificios; también es jardines, miles de documentos (planos, fotografías, cartas, diplomas…), moldes en madera, piezas únicas de fundición, maquinaria, etc. en sus almacenes y naves (los que están a punto de perderse).
La propuesta para su catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Conjunto de Interés Cultural y Conjunto Histórico, debería servir para redactar un plan director de consolidación de partes dañadas de las estructuras (cubiertas, muros,…) y la planificación de un mantenimiento que posibilite la conservación; la realización de un inventario de todos los bienes; y la redacción de un proyecto que integre el bien patrimonial en la ciudad y permita su disfrute por parte de la ciudadanía.
La plataforma ha redactado un manifiesto y recoge firmas de adhesión al mismo. Cuentan contigo.

Recibida el 6 de enero de 2014